Surf y diversión para este verano
España es, sin lugar a dudas, un lugar puntero a nivel europeo en cuanto a surf.
Tan solo un paseo por una playa donostiarra, donde los surfistas se agolpan en la playa como hormigas, puede ser un rápido y sencillo ejemplo para el que ignorase este hecho. Y lo mismo pasa en Santander, Gijón y A Coruña, donde cada vez más tablas se pueden ver entre los que acuden a las playas urbanas de estas ciudades.
Pero lo que más llama la atención ya no es el número de surfistas, sino su procedencia. Tanto en las ciudades como en los pueblos de la costa norte de España cada vez son más los surfistas llegados de cualquier parte del globo dispuestos a hacerse un curso de surf y coger unas cuantas olas.
Y es que el verano por estas latitudes es un regalo casi divino. El mal tiempo (siempre y cuando tengas un poco de suerte) ha quedado atrás y a la luz del sol destacan los mejores rasgos de la zona: la comida, los paisajes y el calor de sus gentes. Son estas razones las que cada vez más llevan a surfistas de todos los niveles y turistas en general a pasarse un verano por el norte apartados del calor agobiante de otras zonas para disfrutar un poco de la brisa marina. Sí, la temperatura del agua del mar, aún en verano, sí que sigue sin ser la del Caribe, pero no hay nada que un buen neopreno no arregle. Porque en los últimos tiempos son más los que se apuntan a un nuevo tipo de turismo, el surfista, que no tiene nada que ver con surfistas profesionales, sino surfistas de todas las edades niveles que se acercan a tomar clases de surf a alguna de las escuelas del norte de España.
Escuelas de surf especializadas imparten clases por todo el Cantábrico y la franja gallega del Atlántico, atrayendo a un gran número de jóvenes, y no tan jóvenes, que acuden a las playas del norte para tomar una o varias semanas de clases de surf. Un nuevo y original modo de vacaciones que para nada tienen que estar centradas en los niños.
Por ejemplo, en las playas gallegas, las que más están disfrutando de la eclosión de este tipo de turismo, es muy habitual ver a grupos de amigos en sus 20 o 30 paseando por la playa o disfrutando de una buena mariscada tras un cansado día después de las clases de surf.
Las condiciones, sin duda, ciertamente ayudan a tomar la decisión de acercarse a la costa gallega. La comida y los paisajes son de una calidad indudable, pero también un rango de precios más asequible que otras partes de la península unida a la mejora de las comunicaciones terrestres y aéreas han aportado un plus a la opción gallega. Además, algo debe pasar en la noche gallega que muchos quizás no solo vuelven para surfear, sino solo para visitar los mismos bares en los que pasaron la mayoría de sus noches en la última visita para reencontrarse con la misma gente.
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