Diario de un Triatleta aficionado (Parte II)
DÍA 3. LA PRUEBA.
A pesar de dormir apenas 5 horas, la noche ha sido larga, muy larga. A las 5:15 a.m. el despertador ha cumplido con su cometido. Ha llegado el gran día.
El hotel, como establecimiento colaborador con la prueba, nos ha preparado el desayuno para tan intempestiva hora. Nuevas dudas sobre alimentación, pero ya no hay margen de error.
Repasamos los últimos detalles y salimos hacia la zona cero. Es de noche y la playa ya está llena a rebosar. De fondo, el mar, tranquilo. Queremos ver la salida de los pros (los gallitos de la competición), prevista para las 7:30. Serán los primeros en salir. El resto de triatletas irán saliendo por tramos de edad y sexo. El color del gorro marca los distintos horarios de salida.
Una vez acoplado el neopreno (estaba permitido su uso por la Organización), nos dirigimos hacia las cámaras de llamada. Es el nombre propio que recibe el área acotada por vallas (3 zonas o cámaras), a través de las cuales van pasando los participantes, y llenando conforme al riguroso orden de salida preestablecido. Ahora ya no hay vuelta atrás.
La bocina suena. Allá vamos. Van a ser 3,8 kilómetros de nado (siempre son unos pocos más), en forma de rectángulo, marcado con boyas. La temperatura del agua es buena. Vamos cogiendo el ritmo y aparecen las primeras sensaciones de mareo. Hay que aguantar y controlar la ansiedad. Sólo es el principio. La pastilla anti mareo y la barrita energética que complementaban el desayuno deben empezar a surtir efecto.
Ya ha amanecido totalmente y empezamos a divisar la orilla. Las sensaciones no son buenas. El tiempo empleado se ajusta a las previsiones, pero el desgaste ha sido mayor de lo esperado.
Sin apenas aliento, nos dirigimos por el carril habilitado hacia la BAGS AREA, para cambiarnos de ropa, recogiendo todo el material de la natación en la bolsa que contenía el equipo para el ciclismo. Abundante loción de protección solar y vaselina para evitar las temibles roceduras. La bici aguarda en el BIKE PARK desde anoche.
La gente comienza a agolparse por las calles que nos llevan hasta el circuito de ciclismo. Nos esperan 180 kilómetros a lo largo de un recorrido hacia el sur, de dos vueltas, de Calella a Mataró, y una tercera vuelta Calella-Mataró-Calella. Buenas sensaciones. Vamos rápido. El DRAFTING (ir a rueda) no está permitido, por lo que el acople será nuestro mejor compañero. El sol empieza a brillar con fuerza y el peligro de la deshidratación toma fuerza. No podemos descuidar este aspecto.
Los puestos de avituallamiento, cada 20 km., perfectos: bebidas isotónicas, agua, plátanos, barritas energéticas, geles,….todo especialmente cuidado. Un diez a la Organización, en todo. Los OFICIALES, encargados de velar por el cumplimento del reglamento de la competición, se desplazan por el recorrido, camuflados tras los motoristas. Otros, estratégicamente situados a lo larga del circuito, esperan alguna infracción. Y algún adelantamiento incorrecto o el no respetar la distancia con otros participantes hacen que el PENALTY BOX (zona acondicionada para retener al triatleta penalizado) recibe a sus primeros invitados.
Empieza la estrategia. No es cuestión de contar la distancia que nos queda. Hay que mantener entretenida a la mente con cosas agradables: ahora vienen unas casas al margen de la carretera que están llenas de gente animando sin parar, luego un repecho y, luego aprovechamos un descenso, después están nuestros sufridores,..y, de nuevo, la rotonda que nos indica que queda otra vuelta.
Se acerca el momento de bajar de la bici. La transición ya está cerca y salimos del circuito hacia el BIKE PARK. El empuje de la gente es extraordinario. Ahora es cuando debemos demostrar nuestra entereza psíquica. Nos queda la carrera, pero no son 42 kilómetros, es una maratón!
Pies al suelo, dejamos la bici y nos calzamos las zapatillas. El tiempo empleado queda, de nuevo, dentro de las estimaciones previstas, lo que supone un “aporte energético” extra. Otra vez protección solar, con carga de barritas y geles en bolsillos. No podemos permitirnos que el depósito quede vacío.
La carrera será en un circuito de 4 vueltas hacia el norte, de Calella a Santa Susana, con puestos de avituallamiento cada 2,5 kilómetros. El sol sigue castigando la prueba, y empiezan a aparecer fuerzas de flaqueza. Las esponjas y los líquidos del avituallamiento alivian la situación. Algunos triatletas quedan momentáneamente en el camino. Vómitos y caídas conscientes al suelo. Esto no ayuda. Empieza el sufrimiento. “No se acaba nunca!”. Las dos primeras vueltas al circuito han sido buenas, pero el temido “muro” estaba a punto de aparecer. Y allí estaba. Algunos mareos y,…..hay que bajar el ritmo hasta el próximo avituallamiento. El cuerpo está al límite. Los badenes situados a lo largo de la avenida por donde discurre la carrera se convierten en auténticas montañas a escalar. Hay que recuperar.
El horario de corte fijado por la Organización son las 00:00 h., por lo que es cuestión de dosificar. Hay que recordar cuál es el objetivo, y éste está al alcance.
Cada vuelta se completaba con el paso junto a la FINISHLINE, donde dos gradas situadas a ambos lados estaban ya repletas de gente desde primeras horas de la tarde. Cada paso por esta zona suponía un subidón de adrenalina sin parangón. El final estaba cerca. Tras el muro, empezaba la cuenta atrás.
Nos invade una mezcla de sensaciones mu extraña. Alegría, lloros, y satisfacción, mucha satisfacción. Los últimos 200 metros nos permiten echar la vista atrás y recordar todos los momentos buenos y malos vividos. Entrenamientos, el tiempo no dedicado a los nuestros, sacrificios en la alimentación,…..pero el arco ya está ahí. Somos FINISHER!!!. La medalla y la camiseta así lo confirman.
Se hace necesario pasar por el área del triatleta, donde la Organización ha dispuesto servicios de fisioterapia, zona médica, comida y bebida para recuperar,… pero la euforia es tan grande que dos caldos serán suficientes para amortiguar el golpe. La camiseta de FINISHER hará el resto.
Tan solo queda recoger el material (bici y bolsas) y contestar a las llamadas de la gente que ha estado todo el día, desde la distancia, siguiendo la competición. El dolor irá desapareciendo con el paso de los días. El orgullo y la satisfacción quedarán para siempre.
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